La Selva d’Art convertirá todo un pueblo del Cap de Creus en una gran obra de arte

Fue tan bien que repetirán este año. El festival de arte a cielo abierto La Selva de l’Art nació en 2016 promovido por Christine y Dimitri Xató, dos artistas residentes en La Selva de Mar (Alt Empordà), con la colaboración de los vecinos del municipio. La buena acogida que tuvo la experiencia entre vecinos, artistas participantes y visitantes les ha llevado a organizar la segunda edición este verano del 17 de junio y el 4 de agosto, coincidiendo con la fiesta mayor.

La idea central es dinamizar este pequeño pueblo de 188 vecinos a través de la cultura. Se trata de un encantador enclave en el interior del Cap de Creus, que pese a la alud de visitantes que recibe esta península de la Costa Brava, pasa desapercibido por muchos al no tener playa. El festival llenará La Selva de Mar con obras montadas en espacios públicos, que se fundirán con la arquitectura y el entorno local. Deben ser, así pues, capaces de aguantar viento y lluvia, puesto que estarán casi dos meses sometidas a los caprichos de la climatología ampurdanesa.

El festival seleccionará una veintena de artistas, que propondrán sus creaciones sin restricción temática. Podrán ser pinturas, esculturas, fotografías, land-art, instalaciones, vídeos, performances o nuevos géneros. La convocatoria de candidatos acaba esta semana y de ahí saldrán los elegidos.

La primera edición el festival contó con un elenco internacional, con artistas de Japón, Irán, Burkina Faso, Francia, España y Catalunya, y este año se espera repetir con una variada selección.

“El proyecto consiste en crear una ruta artística por distintas casas y calles del pueblo incluso usando árboles, fuentes, fachadas, patios, terrazas, lavaderos...”, explica la organización en su llamada a los artistas. El objetivo es “fusionar los detalles arquitectónicos de los edificios del pueblo con la creación artística”.

“Este año contamos con más espacio de exposición, así que habrá un poco menos de arte en la calle”, ha explicado Christine a La Vanguardia. El Ayuntamiento ha cedido El Trull, un centro social en el que se mostrarán exposiciones cada día de festival.

Otro de los espacios, que ya se usó en la primera edición, será la ermita de Sant Sebastià, en la que el año pasado se realizaron varias performances y una proyección psicodélica que duró toda la noche. “Reunió unas 250 personas”, explica la promotora del festival, que también afirma que “seguirá habiendo pinturas en paredes y fachadas de la calle, para dinamizar el pueblo”.

Una vez más, la población se ha volcado con La Selva de l’Art. En 2016, los artistas extranjeros se alojaron en casas particulares durante tres días, mientras montaban sus creaciones, y la iniciativa se repite este año. “Ya tenemos las casas de alojamiento”, celebra Christine, que destaca que “los vecinos tienen un fuerte sentido de comunidad”.

Además, el festival crece a nivel organizativo. Este 2017 cuenta con la colaboración de la galería de arte Dieu moviment creatiu, de Cadaqués, que seleccionará los artistas ampurdaneses que participarán en La Selva de l’Art. Y también con Konvent.0, un centro de vanguardia de Berga que ofrecerá una residencia de siete días a uno de los artistas.