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23/04/2017

El dios egipcio que se esconde tras sant Jordi


La tradición cristiana nos habla de un sant Jordi nacido a finales del siglo III en Nicomedia (Capadocia) y fallecido el 23 de abril de 303 en Diospolis (la actual Lod israeliana), de ahí la fecha de la festividad en el santoral. Soldado romano, murió decapitado por orden de Diocleciano, a quien servía como guarda personal. Parece ser que al emperador no le sentó nada bien que confesara que era cristiano después de publicar el famoso edicto que autorizaba la persecución de todos ellos por todos los rincones del imperio. Y así acabó, tras recibir en vano unas cuantas torturas para que apostatase.

La supuesta biografía de uno de los santos más populares del cristianismo, patrón de multitud de ciudades y naciones, desde Catalunya a Inglaterra pasando por Rusia o Portugal, solo por citar cuatro, es mucho más desconocida que la afamada leyenda que se le atribuye y tan propia de los cantares de gesta medievales. Pero no nos dejemos engañar por las apariencias. El caballero que se enfrenta y vence al dragón podría ser solo una adaptación de un episodio mitológico de origen mucho más remoto y, evidentemente, pagano.

El caballero que se enfrenta y vence al dragónpodría ser solo una adaptación de un episodio mitológico de origen mucho más remoto y, evidentemente, pagano

 La iconografía más reproducida del santo revela, a ojos de historiadores, de quién tomó prestada su heroica victoria frente al dragón. La imagen de san Jordi con lanza en mano clavándola al maléfico animal es asombrosamente similar a la que dibujaron y esculpieron los artistas del antiguo Egipto cuando reprodujeron la victoria de Horus frente a Set a lo largo de los siglos que duró su milenaria civilización.

Aunque el referente se haya perdido en la memoria popular, “sant Jordi es en realidad Horus”, afirma el egiptólogo Nacho Ares. Y el dragón, “Set en su forma animal de cocodrilo o también de hipopótamo”. “El cristianismo primitivo adaptó la nueva religión a la ya existente, a las antiguas creencias”, explica el historiador. En este sentido, “Horus trascendió como sant Jordi”.

El cristianismo primitivo adaptó la nueva religión a la ya existente, a las antiguas creencias. Horus trascendió como sant Jordi

NACHO ARES

Egiptólogo

En todos los templos dedicados al dios halcón es fácil observar la escena de la lucha. La mitología egipcia cuenta que Set asesinó por envidia a su hermano Osiris, que gobernaba Egipto. Su hijo Horus se encargó de vengarlo y de recuperar el trono que luego recaería en los faraones, quienes se consideraban la manifestación de esta deidad en la Tierra.

Por tanto, Horus no es un dios más del superpoblado panteón egipcio. Se trata de una de las figuras principales, vinculadas al poder y al sol. En su cabeza, luce la doble corona que representa la unión del alto y del bajo Egipto, una de las piezas más significativas del atuendo faraónico. Cabe recordar que sant Jordi también es uno de los santos más importantes del cristianismo, patrón de tantas ciudades y naciones, como hemos visto.

Relieve que muestra a Horus arponeando a Set en forma de hipopótamo en el templo de Edfu.
Relieve que muestra a Horus arponeando a Set en forma de hipopótamo en el templo de Edfu. (Wikimedia commons)

El posible origen de tal asimilación cabría buscarlo en el cristianismo copto de Egipto. “Son los herederos de la tradición faraónica”, explica Ares. Este arquetipo del bien venciendo al mal, tan popular en esos tiempos, “se transformó de una religión pagana a una cristiana”.

Pero además de la coincidencia iconográfica, existen otras conexiones entre ambas tradiciones. La mítica lucha entre Horus y Set se produjo, según algunos papiros, en el desierto de Ker-Aha, al este de El Cairo actual. La de San Jorge con el dragón, supuestamente se localizó en la ciudad libia de Siloha, “un lugar donde fácilmente pudo llegar la tradición de Horus desde el vecino país egipcio”, argumenta Ares.

La iconografía del jinete que superaba al Mal con su lanza se extendió a lo largo del período cristiano: las representaciones de San Jorge, en particular, son descendientes directos

CÉDRIC MEURICE

Arqueólogo del museo del Louvre

Otra conexión sorprendente se encuentra en el propio nombre de ambas figuras religiosas. El reputado egiptólogo Hans Goedicke ya apuntó en sus investigaciones que Jorge podría ser una derivación de Horus. De hecho, el nombre de este dios se pronunciaba ‘jor’, y en casi todos los idiomas se mantendría la raíz, como en inglés (George), español y portugués (Jorge), italiano (Giorgio), turco (Jorj) o alemán (Jörg). “Las similitudes fonéticas son claras”, apunta Ares.

Y para los que todavía tengan dudas, pueden echar una ojeada al relieve del siglo IV perteneciente al arte primitivo copto que se expone en el museo del Louvre y que muestra a un caballero, “el dios Horus, un hombre con la cabeza de un halcón, vestido como un soldado romano”, describe el arqueólogo del Louvre Cédric Meurice.

'El caballero Horus', relieve del siglo IV que expone el museo del Louvre.
 
 
 
 
'El caballero Horus', relieve del siglo IV que expone el museo del Louvre. (Museo del Louvre)

“La iconografía del jinete que superaba al Mal con su lanza se extendió a lo largo del período cristiano: las representaciones de San Jorge, en particular, son descendientes directos”, expone Meurice. “Creemos que estamos innovando, y qué va, no hay nada nuevo bajo el sol”, reflexiona Nacho Ares antes de apuntar que también “hay muchos paralelos entre el dios Osiris y Jesucristo”, pero esto ya sería otra historia.

En todos los templos dedicados a Horus es fácil observar la escena de la lucha contra Set en forma animal de cocodrilo o hipopótamo

 
https://goo.gl/KjgDf9

Fuente: La Vanguardia



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