03/12/2017

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Solo 7 de las 44 piezas originarias del Monasterio de Sijena guardadas en el Museu de Lleida, que la sentencia de la Audiencia de Huesca ordena trasladar a su lugar de origen, están a la vista del público. Son tres cajas sepulcrales de dos prioras y una religiosa de varias etapas del siglo XV y cuatro fragmentos del retablo de alabastro dedicado a Santa Ana, de principios del XVI.

La aplicación del artículo 155 a Catalunya las ha vuelto a poner de actualidad: el ministro Íñigo Méndez de Vigo ha anunciado esta semana que hará cumplir la sentencia aragonesa. Es la primera orden de calado tras la toma de control estatal de la Generalitat de Catalunya. Los frescos de Sijena que expone el MNAC forman parte de un segundo litigio, que avanza en paralelo.

Las otras 37 obras incluidas en el litigio con Sijena reposan en el almacén del museo. Según los técnicos del centro leridano, se trata de pinturas barrocas sobre tela realizadas por autores de segunda y tercera fila, un nacimiento del escultor francés Gabriel Joly –autor del retablo– que se ha expuesto alguna Navidad, una predela, la parte baja de un retablo y fragmentos de alabastro convertidos en yeso por el incendio del monasterio.

Las cajas sepulcrales son auténticas joyas. La más antigua es de 1434 y perteneció a Isabel de Aragón, una religiosa de una familia muy poderosa, de los Condes de Urgell. Era hija de Pere de Urgell y hermana de Jaume II el Desgraciado.

Estuvo en Sijena como religiosa profesa y su padre hizo muchos regalos al monasterio. Cuando su hermano concurrió a la Corona de Aragón, perdió y fue a prisión, ella sufrió represalias de algunas religiosas del convento que pertenecían a familias partidarias de Juan de Antequera.

Otra caja es de la segunda mitad del XV. El conservador del Museu de Lleida, Albert Velasco, la atribuye a Pere García de Benavarri. Contuvo losrestos de Beatriz Cornell. La imagen lleva rosario, hábito y una cruz entera, señal de alto rango –la media cruz era el símbolo de las sirvientas de las cruces enteras–. La pintura, del gótico final, muestra más detalles que la caja de Isabel d’Urgell, como los pliegues del hábito más definidos.

La tercera es la caja mortuoria de la priora Francisquina de Erill. Es definales del siglo XV, de 1494, obra de Miguel Jiménez, un pintor de la órbita aragonesa.

Las otras cuatro obras expuestas son piezas de alabastro procedentes del retablo de Santa Ana, de la primera mitad del siglo XVI. Son obra de uno de los escultores más importantes de la primera mitad del siglo XVI en la Corona de Aragón, Gabriel Joly.

Uno de los fragmentos recoge el nacimiento de la Virgen María, en el que Santa Ana –su madre– es atendida por las parteras. Siguiendo el estilo de la época la imagen contiene objetos cotidianos, como un brasero encendido o una toalla.

Otro fragmento representa el matrimonio de la Virgen en el que puede observarse que se casa con José por el rito judío: los dos contrayentes se dan la mano derecha. Otra de las piezas representa la Santa Generación: Santa Ana, la Virgen y el Niño Jesús.

Finalmente en otra escena del retablo aparece Cristo muerto en el regazo de su padre, una imagen de la compasión paterna mucho menos frecuente que las abundantes Piedades maternas.

Fuente: La Vanguardia