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13/11/2017

Las asignaturas pendientes de la Barcelona cultural


¿Está la cultura local en declive? ¿De crisis? ¿Cual es la salud del ecosistema cultural barcelonés y, por extensión, catalán? El escritor Ignacio Martínez de Pisón planteaba ayer en este diario una reflexión sobre estas cuestiones. La Vanguardia recoge hoy las opiniones de gestores, críticos y creadores sobre todo ello.

PATRÍCIA SOLEY BELTRAN, socióloga, premio Anagrama de Ensayo

“Necesitamos una paciente labor de diplomacia cultural”

1.La inestabilidad política inquieta, y una determinada forma de entender lo catalán puede poner en riesgo la noción de Barcelona como ciudad mediterránea, plural y cosmopolita, dialogante y democrática y abierta a la diversidad y a la diferencia. Más que nunca, necesitamos una paciente labor de diplomacia cultural.

2 Se nota en el descenso de ventas de libros, el consumo de es­­pectácu­los... Y la fuga de empresas puede causar una indeseable disminución de patrocinios.

3 Continuar cultivando alianzas y coproducciones en España y otros países, y diseñar políticas que atraigan a un turismo cultural internacional. Apostar por producciones y programaciones originales e innovadoras que tengan en cuenta la especificidad de Barcelona como crisol cultural, que sean inclusivas, paritarias y que tengan en cuenta la perspectiva de género. Fomentar la creatividad mediante becas y patrocinios, sin descuidar ningún género, de la ópera a las payasas.

4 El In-Edit, el premio Herralde de Novela o el estreno del documental La Chana en el TNC, película maravillosa que cosecha premios porque pone en valor una gran bailarina barcelonesa.

JORDI cabré, abogado y escritor

“Falta espontaneidad; más vida y menos piedra”

1Barcelona ha perdido espontaneidad, alegría y transgresión. Lo que es seguro es que la culpa no es del nacionalismo: este movimiento es hoy transgresor, aunque sí coincido en que puede ser muy absorbente. Nos sucede a independentistas y no independentistas. El tema es suficientemente importante, pero también lo era en el año 1901, o 1934, o 1978, y la creatividad floreció tanto o más que ahora.

2 Se nota en la institucionalización excesiva de la cultura. La sociedad barcelonesa ha delegado en exceso las soluciones en la administración, y hoy nadie se plantea crear un Palau de la Música o un Teatre Lliure lo quieran o no lo quieran los poderes públicos. Falta espontaneidad: por eso reclamo más “ neomodernisme” y menos “ neonoucentisme”. Más vida y menos piedra.

3 Tiene que adquirir una nueva consciencia de “república independiente”, como Madrid con relación a España. Una metrópoli que no reniegue de su capitalidad, ni mucho menos de su capitalidad de un futuro Estado catalán, pero sí que tenga sus normas, su caos y su identidad creativa. Más libre. Menos catalanista, ¿por qué? Si debe serlo, también deberá ser menos españolista. Loquillo sí, pero no a la contra de nada, ni viceversa. Se trata de que la ciudad vuelva a ser capaz de crear una “movida barcelonesa” como fue el modernisme... sin ayuda pública. Emulando a Martínez de Pisón, en el futuro, mires donde mires, en Barcelona no ­verás ninguna bandera: una Sagrada Família terminada, símbolo de creatividad y de identidad propia.

4La exposición Picasso/Dalí-Dalí/Picasso en el museu Picasso fue importantísima, y este año la edición del libro Dalí-Barcelona de Ricard Mas. El Ayuntamiento debe dedicar inmediatamente una calle o un monumento a Dalí si quiere demostrar que realmente, por encima de las ideologías de los artistas, valora su aportación cultural. Hoy en día eso está por ver.

FÈLIX RIERA, Editor

“Hay un déficit de atención por la hiperactividad política”

1 Barcelona sigue siendo una referencia como ciudad de empresas culturales; sin embargo, desde el punto de vista de la creación, ha dejado de ser un referente de la república de las letras, de las ideas, que hoy, incluso en castellano, ya no se generan aquí. Ha habido un exceso de Catalunya-Barcelona en detrimento de Barcelona-Catalunya que ha propiciado un emboscamiento que está dificultando las dinámicas culturales. Hay un déficit de atención cultural debido a la hiperactividad política.

2 En nuestra enigmática y conflictiva relación con el arte contemporáneo. Un ejemplo: la polémica en el MNAC, en 1992, en relación con la obra de Antoni Tàpies Mitjó. La incomodidad ante los nuevos lenguajes artísticos debilita la capacidad de la ciudad de fabular sobre sí misma.

3 Recobrar una visión cosmopolita que priorice la gran Barcelona, su área metropolitana, para desarrollar una ampliación física y mental. Se trataría de implicar el máximo de actores sociales y culturales a ilusionarse por la nueva ciudad, convocando a los ciudadanos a ser capaces de asumir los espacios en crisis de definición cultural no como un problema sino como una oportunidad.

4 La exposición de Craigie Horsfield. La ciudad de la gente en la Fundació Tàpies, en 1996, comisariada por Manuel Borja-Villel, Jean-François Chevriery y Graig Horsfield. Un retrato de Barcelona a través de 77 fotografías en la que el protagonista era el habitante dialogando con la identidad, la historia, el espacio de la ciudad. Su importancia estriba en que fue la exposición, el big bang, que desveló el sentido estético y político de lo que luego fue el 15-M, una exposición que desvelaba las comunidades que nos conforman. También quiero destacar el esfuerzo y la calidad de la programación de Caixafòrum, que permite establecer una constante relación entre tradición y modernidad sin la que una ciudad viviría desorientada.

MATEU HERNÀNDEZ, Barcelona Global

“Es el momento de llenarnos de contenidos globales”

1Paradójicamente, Barcelona vivía uno de los momentos con más proyección, atractivo y potencia en muchos aspectos como la ciencia, la emprendeduría, el turismo, la industria y el deporte. Sin embargo, en cultura, Barcelona hace tiempo que está ensimismada. Con un gran patrimonio pero sin propuestas. Las administraciones han estado desaparecidas y no se ha encontrado un liderazgo alternativo para dar a la ciudad la oferta que no sólo se merece sino que se espera de ella.

2 A las grandes instituciones culturales les cuesta conectar con la ciudad, sufren un menosprecio institucional y corporativo relevante, tienen escaso liderazgo, están infrafinanciadas y se les han cortado las alas.

3 Ahora más que nunca, máxime en el contexto político y el daño producido a la reputación de Barcelona, se debe invertir fuertemente en cultura para que el mundo nos mire por nuestras exposiciones, conciertos, festivales, y centros de formación y debate cultural. Tenemos los equipamientos, las colecciones, las escuelas de formación y los festivales. Ahora es momento de llenar todo ello de contenidos ambiciosos y globales.

4Más allá del impulso al Sónar +d, las integrales de Beethoven por Dudamel en el Palau, y la desconocida propuesta de Sorigué en Balaguer, poca cosa de la que sentirnos orgullosos como ciudad global.

ANTÓN CASTRO, periodista

“Barcelona se ha encogido de mentalidad”

1 Creo que sí. Varias razones y bastante complejas: han aparecido nuevas formas de intransigencia y victimismo, se fomenta la desconfianza desde el poder nacionalista más que nunca y parece que la cultura sólo es un complemento para ejercer un control ideológico. Poco a poco, Barcelona ha ido perdiendo su condición de capital de la industria cultural porque se ha encogido de mentalidad.

2 En la política sectaria y temerosa del Govern y en ese vivir y gobernar entre tantas aguas de Ada Colau. El debate intelectual y la disidencia se han convertido en algo monotemático, lejos de la libertad y la pluralidad de ideas: hablemos de lo que hablemos, discutimos de la identidad de ­Catalunya.

3Recordar como Barcelona pugnó para tener una gran personalidad, una gran política cultural y llegó allí hasta donde no llegaba la Generalitat con propuestas y vocación de integración. Revisar el pasado no tan lejano de muchos de sus museos y espacios: CCBC, Santa Mònica, Macba, la Tàpies, el MNAC, etcétera. Recuperar el horizonte de pensamiento que le permitió ser una de las capitales de la convivencia de estéticas y grupos, y una capital de la creación, de la edición y de muchos focos de innovación y de vanguardia. Y de ruptura, como el período de la contracultura.

4A mí aún me conmueve recordar las Olimpiadas: ese gran pacto que permitió ver un evento marcado por la fuerza de la cultura y la integración, y sobre todo, algo más reciente, la Semana del Libro y la Lectura del 2005, que concibió y dirigió Sergio Vila-Sanjuán, de donde brotaron asuntos como la conciencia literaria de la ciudad a través de los siglos y la Barcelona Negra. Y otro tema importante, y vivo y vívido, es el Sónar.

LLUÍS PASQUAL, director del Teatre Lliure

“La clave es la educación”

1 Depende de lo que entendamos por potencia... Más bien me parece que ha perdido recursos y visualización, pero la potencia está. Quizás sí que demasiadas veces hemos perdido la capacidad de autocrítica, y por lo tanto de rigor. ¡Y a veces incluso la ironía!

2Las colectividades culturales pequeñas sólo pueden salir adelante por arriba. Por aquello que ahora se dice “la excelencia”. Y la falta de autocrítica y de rigor y también de medios que ahogan la imaginación de los creadores y la de los ciudadanos a quienes su creación va destinada.

3 Para avanzar, que quiere decir subir el nivel, o al menos evitar que el nivel baje, los responsables políticos no sólo tienen que decir que creen en la cultura, sino que tienen que creer y por lo tanto tienen que poner los medios que el respeto que dicen tenerle merece y que el ciudadano espera... Está claro que volvemos siempre a los orígenes: la clave de todo es la educación. Y eso sí que todavía es más urgente. Para no acabar de convertirnos en un país pobre e ignorante, donde el arte no nos acompañe para profundizar en la vivencia humana sino que forme parte de otro pack de consumo, reflejo sólo superficial de lo que también somos. Comunidades culturales pequeñas como la belga o la holandesa han apostado fuertemente por la cultura. Y el teatro, la danza, la música o la aplicación de la tecnología a las artes han adquirido un altísimo nivel.

4 Barcelona es un lugar con momentos excepcionales cada día, momentos en que la palabra cultura tiene un sentido: cuando un creador se encuentra con el ciudadano para compartir un deseo común desde las reglas de la poesía.

ÀNGELS MARGARIT, directora del Mercat de les Flors

“En general, no creo en los grandes acontecimientos”

1 Desde la crisis se ha perdido capital de inversión en proyectos artísticos, se ha perdido músculo para seguir impulsando y creciendo según las necesidades actuales. Las estructuras públicas no crecen en sus presupuestos, y es difícil acompañar, acoger, impulsar nuevos proyectos. Sin embargo, yo diría que Barcelona tiene una vida cultural muy viva, activa, rica y diversa, que se manifiesta todo el año en todos los ámbitos, impulsada desde muchos colectivos más allá de las estructuras públicas.

2 Se nota en la ambición de los proyectos, en la calidad, en la renovación, debido a la precariedad laboral del sector, aunque no sólo: en la precarización creciente en general.

3 Crecer en la inversión económica para poder hacer crecer los muchos proyectos culturales que ya existen y nacen día a día. En general, no creo en los grandes acontecimientos, son momentos excepcionales. Creo en el día a día, en alimentar, en sembrar y recoger, escuchar, observar, dejar crecer, tejer posibilidades con lo que hay, proyectar e imaginar desde ese día a día.

4 Es relevante que mientras en casi todos los teatros ha bajado el público en octubre y noviembre, en el Mercat, excepto a inicios de octubre, la gente ha mantenido su compromiso con su interés cultural, en este caso la danza. Porque nos reconforta poder pensar, percibir con todos los matices.

CESC GELABERT, coreógrafo

“Nos está costando encontrar un modelo de turismo cultural”

1 La ciudad está estresada, estamos agobiados, y eso dificulta mucho las cosas. Arrastramos la crisis económica. Y el IVA cultural. Y ahora eso se ha agudizado con la dificultad de las relaciones entre Catalunya y España. Otro factor es que nos está costando encontrar un modelo de turismo cultural. Y ligado a todo eso, nos hemos dotado de unas infraestructuras que a mi parecer están más allá de los recursos económicos que tenemos ahora, y eso nos crea también muchas tensiones.

2 Se manifiesta en todo. Sin ir más lejos, en los diarios cada vez hay menos espacio para la danza.

3Desde el punto de vista de la danza, y si hablamos del Ayuntamiento, a pesar de que hay muchas cosas que no dependen de él porque Barcelona es además la capital de Catalunya, veo que para la danza es clave que el Consistorio siga apoyando al Mercat, que no lo deje hundirse. Pero también es muy importante que impulsen y presionen para que la danza esté en las infraestructuras importantes, en el Grec, la Mercè… También pido al Ayuntamiento un equilibrio en el carácter social y artístico de la cultura, y entre lo profesional y lo popular. Estamos entrando en una situación en que parece que un profesional es elitista. La cultura se crea con un equilibrio entre profesionales y amateurs. Creo que tendrían que ayudar a las salas pequeñas también. Pero es imposible separar lo que hace el Ayuntamiento de lo que hacen Generalitat y ministerio.

4 Sigue habiendo cosas relevantes, pero lo importante es el ambiente global, la dinámica global. Es lo que tenemos que mejorar entre todos.

PILAR PARCERISAS, vocal del Conca y crítica de arte

“Nos faltan ferias de primera magnitud”

1 La pregunta implica una respuesta afirmativa. No lo veo tan claro. Barcelona tiene potencialidad cultural para acoger acontecimientos y producciones culturales de primer orden, otra cosa es que las instituciones que tenemos apuesten por la cultura y para dedicar los recursos econó­micos que esta potencialidad ­necesita, sobre todo en el marco de producciones propias o co­producciones de exposiciones, de obras teatrales, musicales, etcétera.

2 Falta de recursos económicos si nos comparamos con otros países europeos, pero también falta de criterio para al mismo tiempo programar y gestionar los grandes equipamientos. Barcelona había sido pionera de acontecimientos relevantes como la Primavera Fotogràfica, modelo que ha copiado a PhotoEspaña, o de la Primavera del Diseño, que se han perdido no por falta de recursos sino por cuestiones personales.

3 Ampliar nuestras complicidades internacionales, elaborar más productos en clave de coproducción, equilibrar la balanza importación/exportación, ayudar a consolidar proyectos que a menudo se quedan en fase de creación, aumentar cualitativamente las colecciones patrimoniales con nuevas adquisiciones. Nos faltan ferias de primera magnitud que en cambio tenemos en otros campos. No tenemos un ParisPhoto, una Friezee, porque no somos un hotspot de mercado cultural. Al no tener peso en el mercado cultural, desaparecemos del mapa, aunque turísticamente seamos una ciudad global.

4 No nos podemos quejar. Hemos tenido el Sónar, que además exportamos, una exposición sobre Björk o Arquitectura y sexualidad en el CCCB, los Rolling Stones...

 

Fuente: La Vanguardia



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